Por Valentina Brini
(ANSA) - BRUSELAS 19 NOV - El acuerdo UE-Mercosur divide a
Europa, que en tiempos de nuevos aranceles, impulsada por Berlín
y Madrid, está decidida a firmar el pacto con el bloque
sudamericano antes de fin de año y abrir las puertas del mercado
a la carne vacuna y de pollo, el azúcar y la miel que llegan de
América Latina.
El Elíseo, sin embargo, no lo soporta: "Seguiremos
oponiéndonos", aseguró el presidente, Emmanuel Macron, al margen
del G20 en Río, en un intento de "tranquilizar" a los sectores
agrícolas más enfurecidos, los cuales están a punto de volver a
salir a las calles como ya sucedió.
En Bruselas, la diplomacia francesa intentó ampliar la
facción de los contrarios también a Italia para cambiar el
equilibrio. Pero el Gobierno oscila entre la posición más
intransigente del Fratelli d' Italia (FdI) -"tal y como está, el
acuerdo no se puede compartir", fue el comentario final del
ministro Francesco Lollobrigida- y el compromiso de mediación
del viceprimer ministro italiano, Antonio Tajani, a pesar de
"los puntos que aún quedan por resolver".
La tercera guerra que asusta a Europa, la guerra comercial
temida por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, volvió a
poner en el centro de la escena los acuerdos de libre comercio.
Desde hace semanas, los negociadores de la UE están
comprometidos para conversar con las contrapartes de Argentina,
Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia para encontrar una solución
a un acuerdo que no conoce la paz desde hace 25 años.
Puesto sobre la mesa en 1999, cerrado en 2019 y, sin
embargo, nunca ratificado, el pacto sigue siendo rechazado por
los agricultores europeos, fuertemente subsidiados que denuncian
competencia desleal y dumping en beneficio de los productos
sudamericanos, a los que también consideran carentes de normas
medioambientales, sociales y sanitarias adecuadas como forma de
bloquear su ingreso con argumentos para arancelarios..
"Es impensable imponer fuertes restricciones a nuestros
productores y luego no pedir a nuestros socios que respeten las
mismas exigencias", reiteró el ministro francés de Asuntos
Exteriores, Jean-Noel Barrot, expresando una línea también
compartida por Lollobrigida.
Para el exponente del FdI, el acuerdo no protege a los
productores y las diferencias entre Europa y América Latina
-desde el punto de vista económico y medioambiental- son
evidentes, con un "sector primario" continental "debilitado" por
las crisis geopolíticas que "difícilmente podría soportar el
impacto de las importaciones" a precios bajos.
Italia "está a favor" de concluir las negociaciones, pero
"todavía hay puntos que no son plenamente satisfactorios" para
el Gobierno, señaló, en cambio, Tajani, tratando de cortar de
raíz la polémica interna.
El impulso de Madrid y Berlín -reiterado también por el
canciller Olaf Scholz, que desde Río reclamó "más acuerdos de
libre comercio" ante un mundo que "está cambiando"- sigue siendo
fuerte.
El diablo -admitió incluso Ursula von der Leyen- "siempre
está en los detalles" y, según fuentes gubernamentales
brasileñas citadas por CNN Brasil, "no hay perspectivas de un
avance en el G20".
Pero Europa, según las recomendaciones del Comisario de
Agricultura saliente, Janusz Wojciechowski, tendrá que "tomar en
consideración" las preocupaciones de los agricultores: la
movilización francesa ya ha provocado el bloqueo del puente
europeo que une Estrasburgo con Alemania y algunos "focos de
rabia" en Lyon y Cannet-des-Maures que corren el riesgo de
extenderse. (ANSA).