Por Fabrizio Fini
(ANSA) - ROMA 19 NOV - Hay un clima de "conflicto político e
institucional" en Italia que no ayuda al
desarrollo, más bien crea una "desconfianza" entre los
ciudadanos que frena el consumo: "sentimos los miedos que
atraviesan nuestras sociedades y, a veces, oscurecen el futuro".
Son, sin solución de continuidad, las alarmas que el presidente
de la República envía al mundo de la política, que desde el
observatorio del Quirinale parece cada vez más proclive al
"choque" y cada vez menos capaz de un "diálogo" fructífero por
el bien público.
La preocupación de Sergio Mattarella por una serie de
dinámicas de signo negativo que se registran en las relaciones
institucionales y en las relaciones entre los partidos surgió en
la Asamblea Nacional de Confesercenti, en Roma,
lugar importante del mundo productivo italiano.
El jefe de Estado sigue y da cuerpo al "cahier de doléances"
(cuaderno de quejas) enumerado por la presidenta Patrizia De
Luise en su presencia: caída drástica del consumo (se evaporaron
hasta 3.200 millones de euros en 2024); desaparición de 140 mil
comercios en diez años; far west de la web con enormes
distorsiones en la competencia entre los gigantes de la web y
las empresas locales. Y sobre todo la necesidad de "un marco
político menos conflictivo, menos gritador y más proclive a
buscar soluciones compartidas".
El presidente coincide plenamente y va en profundidad en la
estructuración de lo que desde hace semanas es un auténtico
manifiesto de preocupaciones que decidió vehiculizar: "nuestro
sistema es algo más que un conjunto de reglas y formas. La
democracia es sustancia. Se realiza -vocaliza entre los aplausos
del publico- en un desarrollo social donde la libertad, la
igualdad y la equidad, que representan el objetivo y el espíritu
de iniciativa es fomentado por instituciones no invasivas y
poderes no centralizados".
El sentido del límite de las instituciones es el "leit
motiv" del mensaje presidencial desde hace días. El riesgo de
poderes desbalanceados hacia una institución en perjuicio de
otra que mina un sano equilibrio de competencias. Mattarella lo
explica bien y recuerda que "los tiempos fáciles son un engaño".
El todo enseguida es peligroso y no se puede evitar tener
miedo, subraya, además, "la propagación de un clima de
desconfianza, casi como si los fundamentos positivos de la
economía fueran incapaces de equilibrar los efectos del clima de
conflicto político. Es una petición fuerte, la enésima, a
invertir el rumbo para evitar la tempestad. Cómo hacerlo? El
presidente indica también la receta: "el diálogo y la escucha".
Son éstos, evoca, "los instrumentos que permitieron a Italia
progresar:
Sí a veces se ven impulsados ;;a considerar la ruptura y el
choque como un valor. Casi como si el progreso no se produjera,
sino todo lo contrario, a través de la cohesión y la
participación. La interlocución no es un obstáculo, una
molestia, un ritual: es el desarrollo de la democracia de un
país, de la vida de una comunidad no de súbditos sino de
ciudadanos conscientes".
A propósito de enfrentamientos, griterío y conflictividad el
presidente cita uno de los argumentos más calientes del debate
político sobre el cual se está consumando la batalla más
disruptiva entre las instituciones, este es la inmigración.
Y Mattarella lo hace a su modo, con garbo y sin esconderse
detrás de un dedo: "está creciendo la presencia de empresas
dirigidas por ciudadanos inmigrantes. Del comercio llega un
impulso a la integración, poderoso factor de seguridad". (ANSA).