Por Mattia Bernardo Bagnoli
(ANSA) - BRUSELAS, 21 NOV - El próximo 1 de diciembre, la
nueva Comisión Europea asumirá funciones y el reloj de arena
empezará a correr, porque 100 días pasan rápidamente y Ursula
von der Leyen habrá tenido que afrontar varias crisis, tras la
larga fase de transición que comenzó el pasado verano boreal,
con las elecciones europeas.
En primer lugar, el capítulo de defensa y seguridad: las
guerras en Ucrania y Medio Oriente estarán en pleno apogeo, con
el riesgo de una nueva escalada con Moscú.
Luego, la economía, atrapada entre la necesidad de sacar
adelante el Pacto Verde y la urgencia de frenar el colapso de la
competitividad en el Viejo Continente. Todo a la sombra de un
Estados Unidos gobernado, a partir de enero próximo, por Donald
Trump.
De hecho, el expresidente estadounidense regresará a la Casa
Blanca poco más de un mes después del lanzamiento de la
Comisión.
Ya sea el apoyo a Kiev, la relación con China, el
intercambio comercial con Estados Unidos (con riesgo de
aranceles) o el futuro de la OTAN, todo puede cambiar.
Queda por ver qué mayoría dará lugar a Von der Leyen 2.0 en
el pleno de Estrasburgo el 27 de noviembre: la Cámara Europea,
en su papel de colegisladora, tuvo voz y voto en muchos temas,
y, por lo tanto, es importante que se encuentre una cierta
viabilidad operativa, pese a la inestabilidad política.
Dicho esto, hay algunos puntos fijos, al menos según lo que
ya anunciado por la presidenta de la Comisión en los últimos
meses.
En los primeros 100 días, por ejemplo, se comprometió a
presentar el Acuerdo Industrial Limpio.
En la práctica, se trata del reciclaje del Pacto Verde en
clave realista.
Europa, prometió Von der Leyen en su discurso de
confirmación, debe "descarbonizarse e industrializarse" al mismo
tiempo.
El nuevo camino es, por lo tanto, "conciliar la protección
del clima con una economía próspera" y, al mismo tiempo,
"reducir los costes energéticos", invirtiendo en energías
renovables (y probablemente nuclear), tanto para ganar
competitividad como para controlar la inflación y aumentar la
poder adquisitivo de los europeos.
Y dada la diferencia en las posiciones de los Estados
miembros, así como de las distintas familias políticas, no será
fácil encontrar el equilibrio adecuado entre ambición y
viabilidad.
En cuanto a la seguridad, si el objetivo de los próximos
cinco años es llegar a una Unión de Defensa, con un mercado
único para la industria de la defensa, la alta representante
Kaja Kallas y el Comisario de Defensa y Espacio, Andrius
Kubilius, tendrán también 100 días para proponer una propuesta
sobre el tema.
Es decir, una estrategia rectora para mantener juntas las
diversas necesidades, tanto operativas -Von der Leyen habló de
un "escudo antimisiles de la UE"- como legislativas.
Aquí los recursos serán decisivos y ya se vislumbra el
choque entre quienes piden eurobonos y quienes no quieren oír
hablar de ello.
Las elecciones en Alemania se celebrarán hacia el final de
los 100 días y mucho, tanto en este tema en particular como en
la línea de la Comisión en general, dependerá de su resultado.
Al margen, pero no menos importante, la cuestión de las
migraciones.
La Comisión prometió un "enfoque común sobre los retornos" y
los líderes en el Consejo Europeo del pasado octubre pidieron
que se presentara una directiva "con carácter de urgencia".
Teniendo en cuenta la atención que existe actualmente en la
mayoría de las capitales, no sería una sorpresa que la
iniciativa formara parte del primer sprint del ejecutivo.
(ANSA).