Por Tullio Giannotti
(ANSA) - PARIS, 13 DIC - Finalmente premier: Francois Bayrou,
centrista desde siempre aislado en la Francia de los tiempos del
bipolarismo, en última instancia lo consiguió. No
cumplió su sueño, el Eliseo, pero no dejó escapar el sillón
número 2 de Francia, el del Palacio Matignon.
Ganada la primera etapa, Bayrou, de 73 años, de una vida en
política, se halló frente al "Himalaya del déficit", admitió él
mismo al despedir a su predecesor y coetáneo, Michel Barnier en
el pasaje del mando. Y pensando ya qué cosa podría ayudarlo en
la subida más difícil: la prudencia de Marine Le Pen, que con
desde hace tiempo tiene un canal de diálogo privilegiado. Luego
el pacto que Emmanuel Macron le preparó con la izquierda, la no
confianza.
En definitiva, Bayrou, seis hijos con su esposa Isabel y
quince nietos, intenta escalar el Himalaya con la ayuda de su
único amigo verdadero, el rey Enrique IV, al que dedicó libros y
estudios. Y una idea fuerte: "Reconciliar a los franceses". Tal
como lo hizo su rey hace 500 años.
Es una mañana interminable y la más fría de la temporada
que motivó el escueto comunicado del Eliseo con el nombramiento
de Bayrou, favorito desde hacía días, pero que de repente
tropezó con el "no" de Macron. A las 8.30, hora local, lo
vieron entrar por la puerta principal del Elíseo, todo parecía
ir según lo previsto, pero había varios nombres más en la agenda
del presidente. Y la noche había convencido a Macron de nombrar
a otra persona: algunos dicen que Roland Lescure, exministro de
Industria, joven, socialista de nacimiento y luego macroniano; o
Sébastien Lecornu, exministro de Defensa, también cercano al
presidente y con vía rápida hacia Le Pen.
La temperatura en el estudio de Macron alcanzó rápidamente
niveles de alerta, la historia filtrada a los medios habla de un
Bayrou furioso, que amenazó con retirar a sus seguidores del
bloque central que apoya a los gobiernos de la era Macron desde
2017. Poco menos de dos horas después, Bayrou salió por una
puerta trasera, mientras que los sitios de televisión y medios
de comunicación dijeron que estaban seguros de que su destino
estaba sellado. Pero los otros nombres habían desaparecido de la
agenda, las citas canceladas y supo que había tocado las teclas
justas del hombre al que, en 2017, ayudó a entrar en el Elíseo.
"No ignoro nada sobre el Himalaya que se alza ante
nosotros", dijo unas horas más tarde, expresando su
"agradecimiento" a Michel Barnier durante la entrega en el frío
glacial del patio de Matignon. Las cuentas públicas, el
presupuesto, el déficit "siempre han estado en primer lugar en
mis campañas electorales - recordó -, incluso cuando me llamaban
loco. Nadie conoce mejor que yo la dificultad de la situación
política y presupuestaria del país. Esto se debe a que el
déficit presupuestario "es una cuestión que plantea un problema
moral, no sólo financiero", añadió
Marine Le Pen, que de él recibió solidaridad cuando estuvo
bajo proceso por irregularidades de los asistentes de los
europarlamentarios (acusación en la que están en curso también
Bayrou y de la que, por el momento, fue liberado) no lo despidió
inmediatamente: "No actúo ante la amenaza de la moción de
censura", afirmó la líder de Rassemblement National, pero, pero
al mismo tiempo, "no asumo ningún compromiso de censura".
Somos "muy prudentes -explicó-, esperamos ver cómo se
construye el presupuesto". Expectativa y "ninguna decepción"
también de la izquierda -en el respeto del pacto estipulado por
las fuerzas políticas el pasado martes con Macron-, mientras
Bayrou no recurra al artículo 49.3, que permite a los gobiernos
aprobar una ley "contundente" sin ser votada por el Parlamento.
Por consiguiente, los Républicains no colocarán un voto de
desconfianza aunque no ingresen al gobierno.
Por lo tanto, se espera que Bayrou apruebe la declaración de
"política general" ante los parlamentarios. El Himalaya del
nuevo primer ministro, que hará que la izquierda y la extrema
derecha digieran un presupuesto pesado sin tomar el atajo de un
voto de censura, está por delante. "Intentaré reconciliar a los
franceses, como hizo mi amigo el rey Enrique IV -dijo,
repitiendo a todos que fue nombrado el día del cumpleaños de su
ídolo-. No solo es necesario, sino que es el único camino que
puede llevarnos al éxito." (ANSA).