(ANSA) - BUENOS AIRES, 13 DIC - La provincia de Santiago del
Estero celebra la consagración de Central Córdoba como campeón
de la Copa Argentina, en cuya final derrotó por 1-0 a Vélez
Sársfield para alzar su primer título de la historia.
Nadie, o casi nadie, durmió anoche en Santiago, famosa por sus
siestas después del almuerzo, habituales para combatir el calor
arrasador que obliga a poner en pausa todas las actividades.
Ni los perros vagan por sus calles cuando el termómetro acusa
temperaturas que pueden trepar por sobre los 50 grados
centígrados, pero bajar también a menos de cinco grados.
Así de extremas son las condiciones en uno de los 24 estados
argentinos, con una población que apenas supera el millón de
habitantes, donde los principales cultivos son algodón, soja,
maíz y cebolla.
La que la ganadería también juega un papel preponderante y está
latente el conflicto generado por la explotación de los recursos
naturales por parte de empresas extranjeras y una población que
defiende sus tierras y la de sus ancestros, en muchos casos
descendientes de las comunidades originarias.
Al menos por algunos días, el fútbol logrará disimular esa
disputa para unir a un pueblo que suele congregarse al ritmo de
una chacarera hasta que "las velas no ardan", como sucedió con
la consagración del "Ferroviario", primero de esa provincia en
conquistar un título en el fútbol argentino.
La caravana "blanquinegra" se extendió hasta la madrugada en
Santiago, adonde el plantel de Central Córdoba arribó tras
recorrer unos 600 kilómetros desde la vecina Santa Fe y fue
aclamado por una multitud.
El equipo santiagueño tuvo su revancha tras la primera final de
Copa Argentina disputada perdida en 2019 frente a River Plate y
conquistó un pasaje a la próxima Copa Libertadores de América.
Gran artífice del "milagro" es Omar De Felippe, el DT que tomó
las riendas del plantel para intentar eludir el descenso de
categoría en primera división, a la que escaló en 2019-20 tras
lograr dos ascensos consecutivos y de la que en algún momento
parecía cerca de despedirse (luego la Asociación del Fútbol
Argentino suspendió los descensos).
Un triunfo y 14 derrotas acumulaba Central Córdoba hasta su
llegada, a partir de la cual se invirtió la tendencia y celebró
11 victorias, siete empates y sufrió apenas cuatro reveses en
una de sus campañas más exitosas.
"Es mérito de estos muchachos el haber quedado en la historia de
un club humilde de una provincia humilde. Nosotros ayudamos a
cambiar la mentalidad del grupo, para que se soltara y empezara
a creer en su potencial", resumió el DT de 62 años.
De Felippe, quien supo dirigir a Vélez Sársfield y al
ecuatoriano Emelec, entre otros, es considerado un "trabajador
del fútbol".
La consagración con el equipo santiagueño agiganta su figura
como "héroe", pues supo ser combatiente en la Guerra de Malvinas
con Gran Bretaña en 1982, herida abierta en el pueblo argentino
tras la muerte de 649 compatriotas y la de cerca de 500 que se
suicidaron por las secuelas que les dejó el conflicto bélico.
"El fútbol me salvó la vida porque me motivó a seguir adelante",
confesó alguna vez De Felippe, quien tardó cerca de siete años
en poder hablar de aquella experiencia en la guerra, que usó
como ejemplo en la charla previa con sus jugadores.
Otro tipo de herida dejó la derrota en la final de la Copa
Argentina en el plantel de Vélez Sársfield, que había jugado su
única final en este torneo en 1970 frente a San Lorenzo, aunque
en esa oportunidad, tras empatar 2-2 en la de ida, nunca se
disputó la revancha y el título quedó vacante.
La desazón de los aficionados que viajaron hasta el estadio "15
de abril", donde su equipo había caído el sábado frente al local
Unión de Santa Fe en la penúltima fecha de la Liga Profesional,
se tradujo en un escándalo que involucró a jugadores de Vélez
tomándose a golpes con fanáticos que insultaron a sus familiares
ubicados en la zona de plateas.
Imagen que contrastó con las lágrimas de un niño abrazado por su
padre en la tribuna de Vélez y enfocado por las cámaras de
televisión y con la emoción que generaron las del zaguero Rafael
Barrios, de Central Córdoba, el recordar la muerte de su hijo,
que había nacido en forma prematura.
Una consagración que le dedicó "al angelito que me guía desde
arriba", según sus propias palabras interrumpidas por el llanto,
tal como lo hizo De Felippe al disculparse con su familia por no
haber estado en la ceremonia de graduación de su hija que -dijo-
"espero me perdone" por haber privilegiado sus compromisos
laborales.
Herida que atenuará la consagración de Central Córdoba, mientras
Vélez intentará cerrar la suya el domingo, cuando reciba como
uno de los líderes de la Liga Profesional al escolta Huracán,
del cual lo separan dos puntos en la cima que comparte con
Talleres de Córdoba, rival de Newell's Old Boys en esa última
fecha.
Habrá que ver cómo asimila este golpe el equipo de Gustavo
Quinteros ante un rival que también va por revancha luego de
aquella polémica derrota que sufrió el Huracán que entrenaba
Angel Cappa, que llegaba un punto arriba de Vélez a la última
jornada del Torneo Clausura 2009 y cayó por 1-0 como visitante
ante los por entonces dirigidos por Ricardo Gareca, hoy DT de
Chile.
Partido que sería el último del árbitro Gabriel Brazenas y que
hoy "revive" ante una nueva definición que tendrá mismo
escenario y protagonistas, esta vez con Vélez arriba en la tabla
de un Huracán al mando de Frank Darío Kudelka que llega con la
obligación de ganar y depende de una derrota o un empate de
Talleres para celebrar.
Los fanáticos del "Globo" viven con ansiedad esta chance de
vengar aquella afrenta en un torneo en el que sus jugadores
lucen en sus casacas el rostro de César Luis Menotti, artífice
del título logrado en el Metropolitano de 1973 con un equipo que
-al igual que el de Cappa- desplegaba magia en la cancha y lo
catapultó a la selección campeona del mundo en Argentina 1978.
Sí lo logra, Huracán podría volver a gritar campeón o, en su
defecto, facilitar la primera consagración en la máxima
categoría de Talleres, "vecino" de Central Córdoba de Santiago
del Estero al que intentará emular.
Será, además, para demostrar que el fútbol argentino no es
patrimonio exclusivo de los clubes de Buenos Aires, como afirman
los simpatizantes del interior de un país alguna vez dividido
entre unitarios y federales por diferentes razones, pero
similares enconos. (ANSA).