Por la enviada Manuela Tulli
(ANSA) - AJACCIO, 15 DIC - En el mundo se necesita "una sana
laicidad", no una interpretación "enyesada" de la misma que
obstaculice el diálogo entre la Iglesia y las instituciones
civiles. El Papa desea para los cristianos "una ciudadanía
constructiva" porque la "fe no es un hecho privado",
"privatizarla es una herejía".
En el país que hizo de la laicidad un tótem, es decir,
Francia, Francisco invierte el paradigma e invita a la
colaboración "para trabajar juntos al servicio de cada persona,
empezando por los últimos".
Justo al final de su viaje de un día a Córcega, Bergoglio se
reunió con el presidente francés Emmanuel Macron, quien le
regaló un libro sobre Notre Dame, después del gran evento de la
inauguración de principios de diciembre, en el que Francisco
eligió no participar.
Por las imágenes se puede ver que la reunión con el
presidente, que duró 40 minutos, aunque el gesto de Macron hace
pensar que para los franceses la decisión de Francisco de no ir
a París fue mal digerida.
En cualquier caso, en su cuenta de la red social X, Macron
agradeció al Papa por su visita a la tierra francesa: "Un gran
honor para todos los católicos de Francia como para todos los
franceses. Gracias al Papa Francisco por su histórica visita a
Córcega", escribió el presidente de la República.
Por otra parte, el mensaje de Francisco en Ajaccio fue un
mensaje fuerte y muy político, hecho no en París, sino en una
periferia de Francia, donde la gente lo saluda desde los
balcones y le da la bienvenida -él primer Pontífice en visitar
Córcega- con gran calor.
Por otra parte, en la isla mediterránea ocho de cada diez
personas son católicas y la fe se muestra en los pueblos y
plazas con las procesiones y los cantos de las cofradías.
El otro mensaje es para los populismos que crecen en el
viejo continente, a menudo apelando a la religión.
Por lo tanto, es necesario evitar el riesgo de que "la
piedad popular sea utilizada, instrumentalizada por agregaciones
que pretenden reforzar su identidad de manera polémica,
alimentando los particularismos, las contraposiciones y las
actitudes excluyentes. Todo esto no responde al espíritu
cristiano de la piedad popular y llama a todos, en especial a
los pastores, a vigilar, discernir y promover una atención
continua sobre las formas populares de la vida religiosa".
El Papa eligió la Córcega de Napoleón Bonaparte, aquí todo
habla de él, para promover la fe de los simples, la de la
"Madonuccia" tan querida en Ajaccio porque, según la tradición,
en 1656, los protegió de la peste. Pero las cofradías, con sus
cantos y oraciones en lengua corsa, también marcan una identidad
que los distingue de París, aunque con tonos más conciliadores
que en el pasado.
No faltó el llamamiento por la paz: en el Angelus el Papa
pidió a la "Madunnuccia", venerada en Córcega, que intercediera
por la paz.
"Desde esta isla del Mediterráneo, elevamos a ella la
súplica por la paz: paz para todas las tierras que se asoman
sobre este Mar, especialmente para la Tierra Santa, donde María
dio a luz a Jesús. Paz para Palestina, para Israel, para el
Líbano, para Siria, para todo el Medio Oriente! Paz para
Myanmar. Y la Santa Madre de Dios obtenga la anhelada paz para
el pueblo ucraniano y el pueblo ruso. Son hermanos, son primos,
que se entienden. La guerra es siempre una derrota. Paz", fue el
llamamiento del Papa Francisco. (ANSA).