(ANSA) - LONDRES, 16 DIC - El Reino Unido aprobó el traspaso
definitivo del Royal Mail, el glorioso operador postal británico
con 508 años de existencia, a manos extranjeras.
La última luz verde provino del gobierno laborista de Keir
Starmer, que había heredado el expediente del anterior ejecutivo
conservador de Rishi Sunak y que ha formalizado el sí a la venta
de un pedazo más de la historia del Reino Unido, un gigante que
lleva tiempo en crisis pero que aún emplea a 153.000 personas
Se trata esencialmente de un reconocimiento de la aprobación
dada hace seis meses, con el consentimiento general de la
administración conservadora, por la junta directiva de
International Distributions Services (Ids), sociedad matriz de
Royal Mail, a la oferta de compra al alza, equivalente a 5 mil
millones de libras (cobertura de deuda incluida), puesta sobre
la mesa Brexit o no Brexit por el rampante empresario checo
Daniel Kretinsky, un multimillonario afincado en la otrora
Europa comunista y con intereses ramificados dentro y fuera de
la zona de la UE.
La propuesta de Kretinsky, propietario de EP Corporate
Group, se fijó gracias a un precio de 370 peniques por acción
(es decir, 3,6 mil millones de libras - poco más de 4,3 mil
millones de euros - netos de la pesada deuda actual) y fue
considerada "justa y razonable" por la junta directiva el 29 de
mayo.
Ahora llega también la necesaria aprobación del gobierno,
que mantendrá una acción de oro en IDS con derecho a vetar
cualquier cambio estratégico relacionado, en particular, con las
futuras estructuras de propiedad, la residencia fiscal en el
Reino Unido o el mantenimiento de la actual sede del Royal Mail.
Entre las otras garantías solicitadas al magnate checo, e
incluidas en un acuerdo extendido -además del gobierno- a los
sindicatos de trabajadores postales más representativos, el
nuevo propietario se compromete a salvaguardar la obligación de
servicio universal del Royal Mail, a reconocer los acuerdos
sindicales firmados con las siglas Cwu y Cma Unite, para
proteger los planes de pensiones actuales, hasta un régimen de
transparencia sobre la gobernanza y la posible cotización de
empresas del grupo.
"Durante demasiados años, los avances en materia de
estabilidad futura delRoyal Mail se han estancado", admitió
Jonathan Reynolds, Ministro de Actividades Productivas del
gabinete Starmer y exponente de la corriente liberal-laborista.
Agregó que los acuerdos colaterales a la venta apuntan
precisamente a "garantizar la estabilización financiera" del
gigante postal, "protegiendo sus vínculos históricos con las
comunidades" del Reino Unido.
Vínculos que siguen siendo apreciados por muchos de los
británicos, pero que se ven afectados por las últimas décadas de
perjuicios y retrasos inaceptables para los estándares
tradicionales de eficiencia postal en todo el Canal de la
Mancha, certificados hace apenas unos días por otra multa (10,5
millones de libras, equivalente a más de 12,6 millones de euros)
impuesta a la empresa por Ofcom, autoridad de control de las
comunicaciones de la isla, por no respetar los plazos de entrega
previstos en el último año tanto para el correo prioritario
(primera clase) y correo ordinario (segunda clase), que se
produjo a tiempo en el 74,7 y el 92,7% de los casos, frente a
los objetivos del 93 y el 98,5%.
Fundada en Londres en 1516, la Royal Post Office, orgullo y
punto de referencia de la isla durante siglos, dejó de ser un
monopolio estatal desde 2006, en el contexto de una última fase
de privatizaciones de los servicios públicos culminada bajo la
gobiernos del Nuevo Laborismo de Tony Blair, después de las
oleadas de la temporada thatcherista conservadora.
Esta fase culminó luego, en 2011, con la transferencia del
90% de las acciones a bolsillos privados; pero, sin embargo, ha
quedado marcada por fibrilaciones endémicas y sombras de
decadencia de las que habrá que ver si (y de qué manera)
Kretinsky podrá escapar de ellas. (ANSA).