Por Valentina Brini
(ANSA) - BRUSELAS, 17 DIC - La "trayectoria" emprendida por
Europa hacia la electricidad corre el riesgo de "llevar al
colapso a toda la industria del automóvil". La estocada de la
primera ministra Giorgia Meloni, en sus comunicaciones a la
Cámara en vísperas de los dos días de cumbres en Bruselas,
reaviva la batalla para alejar el espectro de las multas que se
ciernen sobre los fabricantes que no cumplan los primeros
objetivos de reducción de CO2 para los autos nuevos de cara al
objetivo de cero emisiones en 2035.
Una instancia que encuentra el apoyo de París y Berlín,
comprometidos a pedir "flexibilidad" a la presidenta Ursula von
der Leyen, quien -también bajo la presión de su PPE (Populares)-
podría abrir un camino hacia un compromiso. Congelar las
sanciones es el razonamiento que circula por los pasillos de las
instituciones de la UE, sería una solución política menos
compleja que una reversión -hasta ahora excluida- de los
objetivos establecidos en la ley ya en vigor.
La mesa de Stellantis en Turín, el conflicto de Volkswagen
en Hannover, los recursos de la Asociación Europea de
Fabricantes de Automóviles (ACEA): "el panorama europeo" es
"todo menos positivo", tronó Meloni, relanzando la petición de
"suspender las multas" que "ya están provocando el cierre de
muchas fábricas". Un llamamiento compartido también en la mesa
del Consejo de Medio Ambiente de la UE por el dúo franco-alemán
igualmente marcado por la crisis. Las sanciones son
"contraproducentes", advirtió la ministra francesa AgnŠs
Pannier-Runacher, según la cual ante la opinión pública "está
muy extendida la idea de que los esfuerzos de electrificación se
hacen en Europa pero los beneficios se cosechan en otros
lugares".
En Bruselas, en opinión del secretario alemán de Estado,
Philipp Nimmermann,
debería verificarse cuál es el margen para congelar las
penalidades sin todavía "poner en riesgo los objetivos" de
emisiones cero "en 2035".
El expediente auto no figura en el orden del día de la
cumbre de líderes de la UE del jueves, pero está destinado a
ocupar un lugar central en marzo, después de dos etapas clave:
la publicación a finales de enero de la brújula para la
competitividad de la UE basada en el informe de Mario Draghi, y
el lanzamiento del Acuerdo Industrial Limpio el 26 de febrero.
A mediano plazo, la petición expresada por Meloni es clara:
centrarse en la "neutralidad tecnológica, permitiendo el uso de
todas las tecnologías útiles para reducir las emisiones
contaminantes". Elementos contenidos en el documento oficioso
promovido el 28 de noviembre por Italia junto con República
Checa, al que ya se han sumado Austria, Bulgaria, Rumanía,
Eslovaquia y Polonia. El objetivo, según las explicaciones de la
premier italiana, es "aportar ideas y sugerencias para actuar
con urgencia y evitar consecuencias irreversibles".
Las ideas sobre las multas surgieron estos días de la
reunión en Milán entre el ministro Adolfo Urso y el
vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Industria,
Stéphane Séjourné, que decidió "no penalizar a los fabricantes".
"Plena disponibilidad para el diálogo" fue constatada por el
titular de las Empresas y Made in Italy también en una
conversación telefónica con el nuevo Comisario de Transportes de
la UE, Apostolos Tzitzikostas, designado por von der Leyen para
elaborar el plan de acción para el sector.
Sin embargo, la cláusula para la revisión de las normas se
mantiene hasta 2026, alejando la idea del avance hasta 2025
solicitado por Roma: los constructores necesitan
"previsibilidad", reiteró el comisario europeo del Clima, Wopke
Hoekstra, esquivando preguntas sobre las multas. Para alcanzar
los objetivos, se repite en Bruselas, "no sólo hay eléctricos",
sino también híbridos. No obstante, la reprobación está en manos
de la número uno del Palacio Berlaymont, inmerso en un
enfrentamiento con la industria que refleja el reciente diálogo
con los agricultores. (ANSA).