Por Fabio Govoni
(ANSA) - ROMA, 18 DIC - Sobre los nuevos amos de Siria, los
ojos del mundo están puestos en la confianza suspendida entre
esperanza y escepticismo. Mostrando una vez más la voluntad de
normalizar el desastroso país en el post-Assad, los rebeldes
vencedores de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) aseguraron que el
próximo paso será la disolución de las facciones armadas, la
suya primero, para integrarlas todas en un futuro ejército
regular.
Esto, mientras que el aeropuerto de Damasco, desde donde
despegaron los primeros vuelos hacia y desde Aleppo, volvió a
operar y se reanudó el tráfico de camiones con Jordania a través
del paso fronterizo de Jaber-Nassib, reabierto desde Amman.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pidió un proceso
político "inclusivo y dirigido por los sirios", mientras que la
presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se
declaró dispuesta a "abrir una nueva perspectiva", invitando a
la nueva dirigencia siria a "pasar de las palabras a los
hechos".
Abordando también el tema de los refugiados: "Tienen
derecho a regresar, esto debe ser voluntario, seguro y digno".
Pero Israel está entre aquellos que no confía y por ahora
permanece cauteloso: el primer ministro, Benjamin Netanyahu, que
el martes visitó la vertiente siria del monte Hermon, zona de
contención desmilitarizada reocupada después de más de 40 años,
"ordenó" a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) permanecer en
esa franja de tierra, oficialmente territorio sirio, al menos
durante todo el 2025, con la esperanza de que dentro de un año
la situación se haya estabilizado.
El pasado martes, el líder rebelde de la nueva Siria, el ex
yihadista Abu Mohammad al-Jolani, aseguró que su país no sería
utilizado como base para lanzar ataques a Israel, y hoy un
funcionario del Estado judío admitió al Times of Israel que con
el HTS hay contacto, incluso no directos pero a través de
"varios actores", y abrió un vacío sobre los puntos mantenidos
bajo observación, como la esperanza de que los kurdos sigan
siendo "fuertes e independientes" y que la minoría de los Drusos
no está en peligro.
Y fue precisamente hablando en Latakia con representantes de
la comunidad drusa siria -similar a los chiítas y hasta ahora
protegida por el régimen de Bashar al Assad, fuerte y
políticamente bien representada también en el vecino Líbano- que
el jefe militar de HTS, Murhaf Abu Qasra, declaró que "en
cualquier estado, las unidades militares deben integrarse dentro
de la institución militar".
Y agregó que su propia milicia será "la primera en tomar la
iniciativa" de disolverse, "en el interés general del país".
Y, por supuesto, Turquía, que a través de HTS juega como
protagonista en el tablero de ajedrez de Medio Oriente sobre las
ruinas del imperio geopolítico y militar de Irán, y a quien no
le interesa que al-Jolani, ex comandante de al-Nusra, se arroje
el manto de oveja para mostrar el lobo yihadista que era.
En el frente de Gaza, después del fervor del martes por la
noche por la inminencia de un acuerdo entre Hamás e Israel sobre
una tregua de dos meses y el intercambio de rehenes y
prisioneros, se volvió a marcar el silencio: señal de los
últimos obstáculos que aún deben de removerse, anticipados ya en
la víspera por algunos observadores.
Hamás, dijo una fuente israelí, "está mostrando cierta
flexibilidad en las conversaciones" y entiende que la tregua
sería provisional de todos modos y no pondría fin a la guerra.
El grupo islamista Hamás es consciente de que esta vez
Israel está más decidido a apretar con la presión sobre el
cuello del aliado Donald Trump, y que la pelota está en el medio
campo de la facción palestina. (ANSA).