ùPor Paolo Levi
(ANSA) - PARIS, 19 DIC - "He luchado por mis hijos y mis
nietos. Luché por todas las víctimas de la violencia", la voz
firme y decidida de Giséle Pelicot, convertida en un símbolo a
su pesar, demuestra una vez más su coraje y determinación luego
de la condena a 20 años de cárcel, el máximo de la pena,
infligida a su exmarido Dominique Pelicot que por diez años -de
2011 a 2020- la drogó para luego violentarla y permitir que la
violen decenas de hombres que reclutaba en su chat.
También todos los otros coimputados fueron declarados
culpables, con condenas que van de los 3 a los 15 años.
"Pienso en las víctimas" de estupro "no reconocidas, cuyas
historias permanecen aun en la sombre. Quiero que sean que
compartimos la misma historia", dijo GisŠle, de 72 años,
aclamada por centenares de personas a la salida del Palacio de
Justicia de Aviñon, en el sur de Francia, donde desde el 5 de
setiembrese celebró el maxi-proceso por los llamados estupros de
Mazan -del
municipio de Mazan donde la pareja habitaba- luego por los
medios provenientes de los cuatro ángulos del planeta.
"Señor Pelicot, se le declara culpable de violación agravada
de GisŠle Pelicot", declaró el presidente de la Corte Penal de
Vaucluse, Roger Arata, poco antes de anunciar la sentencia de 20
años ante los familiares presentes en el sala de justicia.
Dominique Pelicot, también de 72 años, se puso de pie y escuchó
atentamente al juez, pero sin expresar ninguna emoción
particular.
El principal acusado, que pidió perdón a su exmujer al final
del juicio el 16 de diciembre, también fue declarado culpable de
haber recopilado imágenes de GisŠle y su hija sin su
conocimiento. Su abogada, Béatrice Zavarro, informó entonces que
el hombre "ha tomado nota" de la sentencia y no descarta apelar
en los plazos establecidos, un máximo de 10 días. Luego, el juez
enumeró gradualmente las diferentes sentencias para todos los
demás acusados.
. Al llegar al tribunal para presenciar la sentencia junto
con sus hijos, la víctima fue recibida con una pancarta: "Merci
GisŠle", "Gracias GisŠle", mientras la multitud que había
acudido a apoyarla coreaba su nombre. "Este proceso -afirmó la
mujer tras la lluvia de sentencias- fue una prueba muy dura.
Pienso en mis tres hijos, David, Caroline y Florian. Pienso en
mis nietos porque son el futuro y es por ellos que llevó a cabo
esta lucha". Sin embargo, los propios niños se sintieron
"decepcionados" por las sentencias impuestas, que consideraron
"ligeras", precisó otro miembro de la familia, así como un grupo
de manifestantes feministas protestaron contra sentencias
consideradas demasiado suaves, en el contexto de un juicio
considerado "histórico".
Respondiendo rápidamente a los periodistas, la interesada
puntualizó, en cambio, que "respetaba" la sentencia. Giséle
también quiso expresar "el más profundo agradecimiento a todas
las personas que me apoyaron durante este calvario. Agradezco a
la asociación de ayuda a las víctimas, cuyo apoyo incansable ha
sido inestimable. Agradezco a los periodistas que han cubierto
este proceso de manera fiel y digna".
"Tengo fe en nuestra capacidad de aprovechar colectivamente
un futuro en el que todos, mujeres y hombres, puedan vivir en
armonía, en respeto y comprensión mutuos", esperaba la mujer,
ahora aclamada mucho más allá de las fronteras de Francia, hasta
el punto de que en todo el día los comentarios y reacciones a la
sentencia se multiplicaron en Europa y en todo el mundo, incluso
de líderes como Olaf Scholz y Pedro Sánchez, que elogiaron su
valentía por haber querido un juicio a puertas abiertas para que
"la vergenza pudiera cambiar el campo" para pasar de las
víctimas a los agresores.
De los otros cincuenta condenados, algunos de los cuales
estuvieron varias veces en casa de Pelicot para abusar de la
mujer drogada por su marido, sólo quince se disculparon con
Giséle. La mayoría de ellos fueron declarados culpables de
"violación en grupo agravada y administración de drogas" a la
víctima. Estos no son todos los hombres que abusaron de ella,
sino sólo aquellos que fueron identificados a partir de los
cientos de fotografías y vídeos que su marido había tomado y
almacenado. (ANSA).