La "resiliencia", uno de los elementos contenidos en el acrónimo "PNRR" (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia), existió en las empresas italianas durante el doble shock de la pandemia y la guerra. Sin embargo, la digitalización, a la que se dedicó una quinta parte de los recursos europeos, es lenta.
Y si, por un lado, una internacionalización más viva ha emancipado un poco a las empresas del vínculo con la economía alemana, hoy "enferma" de Europa, por otro lado, casi una cuarta parte de las empresas corren un gran riesgo debido a una política monetaria restrictiva.
Esta es la fotografía tomada por Istat en el "Reporte sobre la competitividad de los sectores productivos' presentado hoy en Turín junto con el Politécnico, un documento detallado sobre sectores, cadenas de suministro, dinámicas y problemas de las empresas italianas, que a pesar de lo que se temía desde el inicio de la pandemia y con el estallido inflacionario de la guerra, gracias también a las ayudas europeas y gubernamentales, se mostraron "más resistentes ante las crisis". Porque el sistema de producción, al igual que los bancos, salieron reforzados en la década que siguió a la crisis financiera de 2008-2009 y a la crisis de deuda de 2012.
Sin embargo, precisamente en el frente crediticio, el endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) "provocó, a partir de 2022 y por todo el 2023, un empeoramiento generalizado de las condiciones de financiación de las empresas manufactureras".
Stefano Costa, principal investigador del Servicio para los Análisis y la Investigación económica y social del Istat, explicó que basándose en las simulaciones, si el BCE no alivia el ajuste como se espera, "hasta una cuarta parte de las sociedades anónimas podrían caer por debajo del nivel línea de flotación", es decir, pasar de la categoría "saludable" o "frágil" a la categoría "en riesgo" o "alto riesgo".
Un "plus" para las empresas italianas viene dado por el hecho de que la dependencia económica de Alemania "se redujo en el período prepandémico y la de otros países aumentó".
"La recesión alemana de 2023 tuvo, a través de las exportaciones, un efecto sobre el crecimiento italiano estimado en dos décimas del PIB", explicó Monica Pratesi, directora del Departamento de Producción Estadística del Istat. Pero podría haber sido peor.
Un panorama claroscuro, sin embargo, debido a las tradicionales fragilidades del tejido empresarial en términos de internacionalización, innovación (con un gasto en investigación y desarrollo del 1,5% del PIB frente al 3% en Alemania), presencia en el mundo del trabajo, adopción de tecnologías digitales.
El sistema empresarial italiano, a pesar de proceder con la adopción digital obligada por la pandemia, "todavía debe hacer camino par a la transición digital", advirtió Costa.
Al punto que "la mayoría de las empresas adoptan menos de tres tecnologías", incluidas las tecnologías de infraestructuras y de seguridad informática (que ahora entraron tanto en la industria como en los servicios), el análisis y el uso de big data (más presente en los servicios) y, por último, más presente en manufactura, impresión 3D, soluciones de automatización, certificación de procesos vía blockchain e Internet de las cosas.
Para Anna Giunta, profesora de Economía Industrial de la Universidad Roma Tre, "a pesar de la Industria 4.0 hay una baja adopción de tecnologías, es un proceso gradual pero hay un elemento crítico".
El "Indicador de dinamismo estratégico" del Istat, compuesto por la propensión a innovar, invertir en tecnología, formación y organización empresarial, revela en 2022 un sistema "dualista" con casi el 60% de las empresas (que, sin embargo, solo generan el 25% del valor añadido) con dinamismo bajo o medio-bajo, y un 22,3% de empresas más dinámicas que generan más del 50% del valor añadido.
Un panorama similar para la internacionalización: todavía en 2021, el 70% no alcanzó el estatus "Global", solo algo más del 17% pertenecía a grupos multinacionales, principalmente bajo control italiano.
Sin embargo, en 2021 las multinacionales explicaban un buen 76,1% de las exportaciones italianas (la proporción de las que estaban bajo control italiano fue del 41,3%, en 2019 fue del 35%).
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