Incluso las personas con un perfil genético que las expone a un mayor riesgo de muerte prematura pueden revertir su suerte y ganar más de 5 años de vida al adoptar estilos de vida saludables: no fumar, evitar el alcohol, tener una alimentación adecuada y hacer actividad física.
Esto es lo que ha concluido un estudio internacional publicado en la revista BMJ Evidence-Based Medicine, con base en una investigación que involucró a más de 350,000 personas, clasificándolas según su perfil genético y su estilo de vida.
El primer hallazgo al que llegaron los investigadores es que los hábitos tienen más peso que la genética en la esperanza de vida: las personas con estilos de vida perjudiciales tenían un riesgo de muerte prematura (antes de los 75 años) un 78% más alto que aquellos con estilos de vida saludables.
En cambio, la genética solo aumenta en un 21% las probabilidades de muerte prematura. Las cosas se complican considerablemente cuando una persona con un perfil genético negativo tiene estilos de vida no saludables: en este caso, el riesgo de morir antes de los 75 años es más del doble.
Sin embargo, lo más importante es que cuando una persona con una mala genética adopta estilos de vida saludables, su riesgo se reduce en un 54%. Traducido en años, esto equivale a ganar 5,2 años de vida.
"Las políticas de salud pública para promover estilos de vida saludables podrían ser un complemento poderoso para la atención médica y reducir el impacto de los factores genéticos en la duración de la vida humana", escriben los investigadores.
En las mismas horas en que se publicaba el estudio, otra investigación, en este caso realizada por la Oficina Europea de la OMS, confirmó que, en lo que respecta a los estilos de vida, la pandemia ha tenido un efecto destructivo, especialmente en los niños.
La investigación mostró que, durante la pandemia, el 35% de los niños de entre 7 y 9 años aumentaron el tiempo dedicado a ver televisión, jugar videojuegos o usar redes sociales; el 28% redujo el tiempo dedicado a actividades al aire libre. Además, la percepción de los padres de que sus hijos tenían sobrepeso se duplicó, pasando del 8 al 16%.
En algunos aspectos, las cosas fueron aún peores en Italia, que fue uno de los países donde más se redujo el tiempo dedicado afuera (-40%) y se registró un mayor aumento en la percepción de sobrepeso por parte de los padres, que pasó del 10 al 25%.
También se redujo el consumo de frutas y verduras y aumentó el de aperitivos dulces y salados.
"No podemos permitirnos ignorar estas tendencias: en nuestra región, 1 de cada 3 niños tiene sobrepeso u obesidad y el consumo de frutas y verduras ya es bajo", dijo Kremlin Wickramasinghe, experto de la OMS Europa. "Espero que este informe encienda las alarmas".
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