Muchos de los comerciantes de las
callejuelas cercanas al Vaticano esperan que el próximo Papa sea
de Brasil, país desde donde llegan a Italia numerosos turistas,
muchos de los cuales no escatiman gastos a la hora de comprar
recuerdos.
En tanto, quien desea comprar a bajo precio recuerdos del
papado de Benedicto XVI solo tiene que recorrer antes del 28 de
febrero los kioscos, carritos y comercios que abundan en los
alrededores de la Plaza San Pedro.
Los "saldos" de souvenirs papales nada tienen que envidiar a
las grandes ofertas de fin de temporada: rosarios, medallitas,
llaveros, vasos, tacitas y todo tipo de gadget con la imagen de
Benedicto XVI se ofrecen con descuento.
La famosa Via della Conciliazione, que desemboca en la plaza
vaticana, y el laberinto de callecitas que rodean las columnatas
de San Pedro están en ebullición y los comerciantes no
desperdician la posibilidad de hacer negocios.
"Tenemos que tratar de vender la mercadería con la imagen de
Benedicto XVI a bajo precio, pues luego los turistas y
peregrinos buscarán recuerdos que presenten al nuevo Papa, no al
renunciante", dijo un comerciante de la zona.
Algunos objetos, además, se van a retirar de la venta, como
los calendarios -grandes, medianos y pequeños- del 2014 que
tenían la foto del papa alemán.
Preparados con anticipación, estaban destinados a los
turistas que llegan al Vaticano desde diferentes partes del
mundo y que saben que les resultará difícil o imposible regresar
y por ende los compran aún con dos o tres años de anticipación.
"Las casas editoras de los calendarios aceptarán la
devolución -explica otro comerciante- pero no ocurrirá lo mismo
con los demás objetos".
Y luego agrega: "Además, en los últimos años 8 de cada 10
objetos vendidos estaban dedicados a Juan Pablo II y solo 2 a
Benedicto XVI". En otras palabras, mejor ofrecer "saldos" antes
del 28 de febrero.
La "esperanza" es incrementar las ventas con la llegada de un
nuevo Papa, sobre todo "en estos momentos de grave crisis
económica, que paraliza el negocio", opina.
Otro vendedor en vez de liquidar los recuerdos de este
papado, piensa agregarles una leyenda con la fecha de la
histórica renuncia, la primera de un Pontífice en 600 años.
Pero en estos negocios hay otro fantasma: la competencia
china.
"Imagínese, los chinos venden 12 rosarios a 10 euros -explica
desconsolado un comerciante de Borgo Pio- prácticamente los
venden a menos precio de lo que yo logro comprarlos, porque
tengo solo productos italianos".
Sin embargo algunos negocios se apartan de esta furia
comercial, como los de Cittá Leonina, donde Joseph Ratzinger
vivía cuando era cardenal.
"No haremos saldos -dice la dueña de un negocio- no es serio.
Es cuestión de profesionalismo. Además, un Papa que se va, que
renuncia, es una rareza, y sus gadget, con el tiempo, serán una
suerte de reliquia".
En tanto, algunos comerciantes especulan con un doble
standard: un papa "low cost" para los peregrinos pobres y un
papa brasileño para los clientes "ricos de la nueva potencia
mundial, dispuestos a gastar sin miramientos".
Así, la competencia entre las nacionalidades de los papables
se convierte en un incentivo de venta. Competencia comercial que
se amplía con un enfrentamiento continental entre los eventuales
sucesores de Benedicto XVI.
En ese marco, el cardenal brasileño Odilo Pedro Scherer está
en primera línea.
"Entre los turistas verde-amarillos (en alusión a la bandera
de Brasil) muchos son ricos, ahora Brasil es una potencia
mundial. Ellos gastan más", explican los comerciantes.
Y entre esperanza y conjuro de buena suerte, algunos de ellos
han encargado libritos en portugués para recitar el rosario.