"Estamos recuperando salas que habían quedado olvidadas", explica a ANSA Massimiliano Rosati, el empresario que desde 2012 se ocupa del templo de la Belle Époque napolitana y el salón literario por cuyas mesas han tomado un café personalidades destacadas de los dos últimos siglos.
"Se están encargando empresas especializadas y están trabajando bajo la supervisión de la Superintendencia", continuó Rosati. "Es un trabajo cuidadoso y minucioso también porque han salido a la luz los pisos históricos y las entradas de mármol, que queremos recuperar para la sociedad".
La reapertura técnica está prevista para el próximo 17 de enero, pero las obras continuarán, sin privar a los clientes y turistas de las maravillas que encierra el Gambrinus, al menos hasta el 20 de abril.
"No podemos dar una fecha precisa - subraya Rosati - porque cada intervención de los dos equipos implicados casi siempre va seguida de un maravilloso descubrimiento".
El histórico Gran Caffe Gambrinus ha contado entre sus asiduos, pasados ;;y presentes, nombres particularmente ilustres: Oscar Wilde, Gabriele D'Annunzio, Benedetto Croce, Matilde Serao, Salvatore Di Giacomo y Jean Paul Sartre, junto a varios jefes de Estado italianos que desde sus salones saludaron el comienzo del año, desde Cossiga a Ciampi y Napolitano, pero también los primeros ministros italianos y autoridades extranjeras.
El Gambrinus fue realizado con la participación de 43 colaboradores entre escultores y pintores en 1890, según un proyecto de Antonio Curri.
La planta baja del edificio que lo alberga prosperó hasta 1938, cuando el prefecto Giovanni Battista Marziali ordenó su cierre por considerarse un lugar antifascista.
A partir de ese día, el local fue vendido en parte al Banco di Napoli y en parte a otras empresas, pero a partir de los años 50 se produjo una recuperación progresiva que ha llevado al histórico café napolitano, reconocido en todo el mundo, a ser lo que es hoy: un templo del buen café y un destino turístico para napolitanos y no napolitanos.
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