El galardón le otorga 1 millón de euros para financiar "proyectos culturales que incluyan actividades como exposiciones, festivales y eventos, además de la creación y renovación de espacios y áreas dedicadas al disfrute del arte contemporáneo".
Después de casi sesenta años, el pueblo que fue epicentro del devastador terremoto de 1968, que arrasó todo el valle del Belice y fue el primer gran desastre natural desde la posguerra, recibe un premio por la apuesta que hizo el entonces alcalde.
Ludovico Corrao fue un visionario que imaginó que su tierra resurgiría de las cenizas de la catástrofe y de la pobreza de un territorio que quedó al margen del auge económico, nada menos que a través de la cultura y el arte. Era un jurista y político que, al año siguiente del sismo, se postuló con esta idea audaz.
Hizo un llamado al que respondieron artistas de fama mundial, como Pietro Consagra, autor de la Stella, el monumento que da la bienvenida al valle del Belice, y Alberto Burri, quien creó su Cretto sobre la antigua Gibellina, en memoria del terremoto que la destruyó.
También respondieron muchos otros, como Mario Schifano, Andrea Cascella, Arnaldo Pomodoro, y Mimmo Paladino, cuya Montaña de Sal se erige imponente, además de Franco Angeli y Leonardo Sciascia, quien es ciudadano honorario.
El pueblo se convirtió en un enorme laboratorio de experimentación y planificación artística.
Y, entre altibajos, mantiene la tradición: este verano, al atardecer sobre el Cretto de Burri, se celebró un homenaje a Danilo Dolci, en el centenario de su nacimiento, con un espectáculo de Davide Enia para el Festival de las Orestiadas de Gibellina.
A ese espíritu se conecta la candidatura y la asignación de este reconocimiento, que proviene del gobierno y que, al estilo de la figura de Bonaventura de Tofano, regalará 1 millón de euros a los habitantes de Gibellina.
El jurado prefirió la propuesta del municipio siciliano sobre las de las otras cuatro finalistas, entre 23 competidores: Pescara, Carrara, Gallarate y Todi.
Es un pasado que vuelve y al que rinde homenaje el ministro de Cultura, Alessandro Giuli, quien reconoce en la primera Capital Italiana del Arte Contemporáneo un "proyecto orgánico y sólido" que ofrece "a la Italia de hoy un modelo ejemplar de intervención cultural fundado en valores y acciones que reconocen el rol social del arte y el estatus de bien común para la cultura".
El proyecto con el que Gibellina ganó se titula "Tráeme el Futuro" y se desarrolla a través de "iniciativas relacionadas con el arte y la creatividad contemporánea, desde la planificación cultural hasta la regeneración urbana, la restauración y, sobre todo, la construcción de una visión de futuro que sepa considerar la belleza como un valor compartido y regenerador".
A Corrao también le rinde homenaje el actual alcalde de Gibellina, Salvatore Sutera, quien recibió la noticia con un grito de júbilo que resonó en el salón del consejo. En Roma, para la proclamación, Sutera, visiblemente emocionado, agradeció primero al antiguo alcalde "visionario" y "luchador".
Pero sobre todo, envió un mensaje de esperanza "en este momento de tantas catástrofes", para decir que "de los momentos oscuros se puede renacer con una nueva identidad".
"La apuesta de papá sigue ganando hoy. Debemos crear puentes que lleven emociones, confianza en el futuro y esperanza a las personas", celebró también Francesca Corrao, hija de Ludovico, quien llegó a Roma junto a su hermana Antonella para el anuncio de la ciudad ganadora.
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