Primera parada: Milán, la capital de la moda y la modernidad.
Comenzar el viaje en Milán es ideal para empaparse de la elegancia italiana.
La imponente Catedral de Milán (Duomo)
y la célebre Galleria Vittorio Emanuele II marcan el pulso de
una ciudad vibrante que equilibra el lujo con la tradición,
informa The Post.
No hay que dejar pasar la oportunidad de visitar "La Última
Cena" de Leonardo da Vinci (realizada entre 1495 y 1498, y que
permanece en la pared sobre la que se pintó originalmente, en el
refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en
Milán), y dar un paseo por el barrio de Brera, conocido por sus
callejuelas bohemias y sus cafeterías con encanto.
La segunda parada es en Lago di Como, la joya indiscutida
del norte, para muchos.
A solo una hora de Milán, el Lago di Como deslumbra con su
paisaje de montañas que caen sobre aguas tranquilas y profundas.
Es un destino donde la elegancia y la naturaleza se dan la mano.
Pueblos como Bellagio, conocido como la "perla del lago",
ofrecen vistas panorámicas desde sus jardines y escalinatas,
mientras que Varenna cautiva con su aire más íntimo y sus
callejones empedrados.
El lago no solo es famoso por sus vistas, sino también por
sus villas, como Villa Balbianello, escenario de películas
icónicas, o Villa Carlotta, que presume de jardines botánicos
repletos de camelias, azaleas y esculturas. No es casualidad que
celebridades como George Clooney y viajeros de todo el mundo
elijan sus tranquilas orillas para unas vacaciones de ensueño.
La belleza medieval de Verona es la otra parada de la ruta
norteña. Famosa por ser la ciudad de Romeo y Julieta, Verona
seduce con su arena romana, donde aún hoy se celebran óperas al
aire libre, y sus pintorescas plazas, como Piazza delle Erbe.
Caminar por sus calles es viajar en el tiempo, con balcones
cubiertos de flores y fachadas coloridas que relatan siglos de
historia.
Para los amantes de la buena comida, Bolonia es parada
obligada. La capital de la región de Emilia-Romaña presume de
ser la cuna de la pasta fresca, como los tortellini o las
lasañas. Sus pórticos interminables y la icónica Torre degli
Asinelli ofrecen vistas panorámicas que valen la pena.
Como consigna finalmente thepostarg.com, ningún recorrido
por el norte estaría completo sin Venecia. Navegar en góndola
por los canales, recorrer la Plaza de San Marcos y perderse en
sus callejuelas laberínticas es una experiencia única. Aunque
los turistas la llenan en temporada alta, madrugar o pasear al
atardecer devuelve la sensación de estar en un cuento.
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