"Mi abuela pudo comer porque tiene un patio e hizo un fuego con leña y carbón, pero hay personas, que solo pueden cocinar con electricidad, que llevan días sin comer y que ven que los pocos alimentos que comen se echan a perder. en el refrigerador apagado", dijo a ANSA un exiliado cubano, que pidió mantener el anonimato por temor a represalias contra el resto de la familia, que vive en Holguín, al sur de la isla.
La falta de electricidad también golpea a los turistas. La frustración de muchos extranjeros se hace visible en las tiendas, asombrados por los precios de algunos productos, inaccesibles para la mayoría de la población. El jamón, por ejemplo, cuesta más de 1.000 pesos, una cuarta parte del salario medio de un cubano.
Mientras las autoridades intentan estabilizar el suministro energético (restablecido a casi el 90% de los habitantes de La Habana, según el gobierno), la población se enfrenta a una realidad cada vez más precaria y llena de obstáculos.
Los apagones ponen de relieve las dificultades cotidianas de sus ciudadanos en un país sumido en la incertidumbre económica y que recientemente fue azotado por el huracán Oscar (al menos seis muertos hasta el momento).
Pese a que el presidente Miguel Díaz-Canel amenaza con mano de hierro contra las protestas, el descontento se convierte en un sentimiento común ante las continuas interrupciones de los servicios básicos.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA