El mandatario chino se mostró especialmente cálido con Mattarella, quien realiza su segunda visita a China.
En efecto, Xi Jinping definió al Jefe de Estado italiano como "un viejo amigo del pueblo chino y un buen amigo mío", revelando que, en los últimos años, hubo numerosas llamadas telefónicas y varias cartas entre ellos que mantuvieron una "estrecha cooperación bilateral" incluso en momentos difíciles.
De hecho, la visita de Estado de Mattarella fue apreciada por la parte china y ambos líderes pudieron hablar sobre los asuntos más espinosos en un ambiente de "amabilidad".
Entre los temas, se deslizaron los aranceles y también la necesidad de construir un nuevo orden mundial que capte mejor los rapidísimos cambios internacionales.
Un tema que le interesa a China y que Mattarella escuchó con atención, sin prejuicios ideológicos.
"China e Italia son grandes civilizaciones" y "hay cambios en el mundo que no se habían visto en un siglo", afirmó el líder chino tras una conversación de 50 minutos con Mattarella en el Gran Salón del Pueblo de Pekín.
"En el mundo se están produciendo grandes cambios, intensos, profundos y rápidos" y, para afrontarlos, sería necesario un clima de "concordia para un examen común", se hizo eco Mattarella, mostrando una fuerte armonía de percepción.
La sensación es que, verdaderamente, Italia y China pueden ahora viajar juntas a una velocidad diferente, como lo demuestra la firma de diez acuerdos y memorandos que van desde la cooperación cinematográfica hasta la competencia.
Por lo tanto, a nivel cultural -Italia presiona mucho en este sector- Roma y Pekín se reconocen sobre la base de una historia milenaria común.
De hecho, en la capital se encuentra, en el complejo escultórico del Monumento del Milenio de China, un enorme bajorrelieve con los 100 personajes que hicieron la historia de China: entre ellos, sólo dos occidentales, que son italianos: Marco Polo y Matteo Ricci.
Se trata de una historia antigua, hecha de "curiosidad y estima, del deseo de aprender de los demás para crecer y mejorar en el interés común", resumió Mattarella.
La visita del presidente, que sigue a la misión de la premier el pasado mes de julio, fue de plena reconciliación, en la que se dejaron de lado las grandes diferencias de opinión, conscientes de que China es cada vez más un actor global y un gigante económico donde, por ejemplo, los autos eléctricos casi alcanzaron a los térmicos y los scooters ahora son todos eléctricos.
Un país que innova a un ritmo desconocido, por lo cual, muchos consideran que sería un error seguir considerándolo como la patria de las copias.
Por lo tanto, no se pudo evitar hablar del problema de los aranceles europeos y de los retrasos paralelos de la Unión Europea en la electrificación.
Por eso mismo, la necesidad de lograr un mercado mundial más libre, sin barreras, estuvo en el centro del diálogo entre ambos presidentes.
Sin cierres en principio y lejos de eslóganes, Xi y Mattarella pudieron encontrar caminos para un diálogo constructivo que pueda tener en cuenta las necesidades chinas y europeas.
"Queremos fortalecer la Asociación Estratégica Integral y promover las relaciones bilaterales para entrar en una nueva etapa de desarrollo", confirmó el líder chino.
Sin "tentaciones de retornos anacrónicos a un mundo de bloques opuestos", completó el presidente italiano.
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