Una nueva lista de países seguros y todas las cartas sobre la mesa para extender el modelo de Albania a nivel comunitario: con esa posición, en Bruselas, la premier italiana, Giorgia Meloni, no quiso renunciar a una de las reuniones que más le importaban, la de los llamados halcones sobre el tema de los inmigrantes. A primera hora de la mañana, al igual que el pasado mes de octubre, unos 10 dirigentes se reunieron en una de las salas del Edificio Europa.
Con ellos, como hace dos meses, también lo hizo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. "Ha sido una reunión de coordinación muy positiva", explicaron varias fuentes diplomáticas.
El calendario ilustrado por Von der Leyen parecía claro: en febrero, la nueva directiva sobre repatriaciones, en junio los nuevos códigos para limitar los países de origen seguros, con el objetivo de definir como seguros incluso aquellos que, en algunas partes, no lo son.
La otra novedad del encuentro es la consolidación de un eje Norte-Sur sin precedentes, organizado por Italia, Holanda y Dinamarca. Además, se sentaron a la mesa los líderes de Polonia, Grecia, Chipre, Hungría, Suecia, Malta y la República Checa.
La línea dura se reiterará en la cumbre del fin de semana en Laponia entre Italia, Suecia, Finlandia y Grecia.
La convergencia tiene orígenes diferentes: los países del Nordeste, con Polonia a la cabeza, exigen un cierre total contra la explotación de la migración por parte de Rusia; Italia, Malta y Grecia, países de primera llegada, a pesar de tener ejecutivos de diferentes colores, prefieren ahora el camino de "detener a los inmigrantes ilegales en sus hogares" en lugar de la solidaridad obligatoria.
La reunión se centró "en la necesidad de disponer de un marco regulatorio europeo cada vez más claro y eficaz con, en particular, el fortalecimiento de los conceptos de país de origen seguro y tercer país seguro para apoyar soluciones innovadoras, partiendo del modelo Italia-Albania y la posible creación de 'centros de retorno' en terceros países", explicó el Palazzo Chigi.
En definitiva, Meloni quiere seguir y tiene prisa.
También porque, como decidió el Tribunal Supremo, es la política la que decide si un país es seguro o no, pero el juez "puede evaluar la existencia de las condiciones de legitimidad de esta designación".
Y mañana, como sea que termine, el fallo sobre el caso Open Arms contra el ministro de Transporte, Matteo Salvini, podría generar tensiones y cierto bochorno en el seno de la mayoría.
Incluso los jueces de Luxemburgo siguen aportando al gobierno su buen trabajo.
El Tribunal de Justicia de la UE, en una sentencia sobre el caso de dos ciudadanos sirios, explicó que ningún país puede bloquear el reglamento Dublín III por supuestas deficiencias sistémicas.
Se trata de un tema que le interesa mucho a Italia, a menudo en desacuerdo con Alemania sobre el tema de la reubicación.
Por la tarde, el tema de los inmigrantes terminó sobre la mesa de la cumbre de los 27 y, desde la perspectiva siria, fue central en la cena de trabajo.
Meloni, sin embargo, ya había abandonado la cumbre para ir a descansar a un hotel, afectada por "un intenso estado de gripe".
La premier sólo logró participar en la sesión con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, renunciando al tema del automóvil durante el almuerzo, en el que Von der Leyen anunció que abriría un diálogo estratégico tras el de los agricultores.
Mostrando cómo el idilio entre la premier y la presidenta de la Comisión está lejos de terminar.
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