(ANSA) ROMA - En Italia cada año entre 2 y 4 personas mueren a causa de una reacción debida a una alergia alimentaria. La mayoría de las veces se trata de jóvenes menores de 20 años. Las alergias alimentarias son un fenómeno en crecimiento. Se estima que 1 de cada 50 niños es alérgico a uno o más alimentos y, en el 16% de los casos, lo es de forma grave.
Las alergias a los frutos secos (avellanas, anacardos, pistachos) aumentan del 3% al 8% de los casos pediátricos; la alergia a los maníes (cacahuetes), del 1% al 6%, mientras que la alergia a la leche se mantiene estable en más del 15%, aunque hoy es más compleja de gestionar.
Cada vez más a menudo convive con alergias a otros alimentos, como huevos, trigo, pescado.
Las alergias "a los maníes y a la leche siguen siendo las alergias alimentarias más peligrosas, ya que están más asociadas con reacciones graves y potencialmente fatales como la anafilasis", explicó Alessandro Fiocchi, responsable de Alergia del hospital Pediátrico Niño Jesús, en Roma
Precisamente el nosocomio romano, en su laboratorio para las alergias alimentarias, introdujo estos días una nueva prueba que promete predecir el riesgo y la gravedad de las reacciones a las que podrían ir en contacto con ciertos alimentos.
El examen, llamado prueba de activación basofílica, es simple y se realiza con una toma de sangre normal sin exponer al paciente a riesgo.
"El diagnóstico oportuno y la atención especializada pueden marcar la diferencia en el tratamiento eficaz de la enfermedad alérgica, reduciendo el riesgo de complicaciones graves y mejorando la calidad de vida de los niños y las familias", agregó Fiocchi.
El ensayo de activación de basófilos (BAT test) permite simular reacciones alérgicas en el laboratorio sin exponer al paciente a riesgos. La prueba se realiza en un tubo de ensayo, sobre una muestra de sangre, simulando una prueba de desencadenamiento
Su función es aislar las células de la respuesta alérgica poniéndolas en contacto con el alérgeno: si el niño es alérgico, en la superficie de estas células aparecen moléculas que pueden ser detectadas y contadas. Esto permite conocer la gravedad potencial de la respuesta del organismo a
un alimento.
"Gracias a esta nueva e importante herramienta de diagnóstico, podemos definir con mayor precisión el perfil de riesgo de cada niño y determinar la estrategia terapéutica más adecuada", añadió Fiocchi (ANSA),
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