Las polémicas sobre la ceremonia inaugural de los Juegos de París llegó a Transilvania, donde el primer ministro húngaro, Viktor Orban, no perdió la oportunidad de lanzar su opinión contra lo que, a su juicio, marca "la debilidad y la desintegración de Occidente".
El espectáculo sobre el Sena que rindió homenaje a una Francia multiétnica y destacó a la comunidad LGBTQ+ es el emblema del "vacío moral", atacó el primer ministro húngaro desde la escuela de verano Baile Tusnad.
Dos hombres juntando sus labios, "drag queens" recreando una Última Cena, una modelo transgénero: la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París-2024 resaltó a la comunidad LGBTQ+, lo que molestó a una parte de la extrema derecha francesa y de otros países europeos.
"Los lazos metafísicos con Dios, la patria y la familia se van perdiendo gradualmente" y eso "ha llevado a la ausencia de moralidad pública, como se puede ver en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos", manifestó.
"Los valores occidentales, considerados durante mucho tiempo universales, son cada vez más considerados inaceptables y rechazados por muchos países del mundo" como China, India, Turquía, y las naciones árabes.
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