Según la presidente del BCE, una guerra arancelaria total con los Estados Unidos, que provocaría represalias en una carrera por aumentar las barreras comerciales, "no beneficiaría a nadie", conduciría a "una reducción global del PIB" haciendo técnicamente imposible la idea básica del magnate que ganó las elecciones estadounidenses: 'Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande' con la reindustrialización de Estados Unidos.
Y por lo tanto, ante la amenaza de Trump de imponer aranceles del 20% a todas las importaciones estadounidenses, Europa - dice Lagarde - debería sumergirse en la mentalidad transaccional del promotor inmobiliario neoyorquino. Por ejemplo, "ofrecer comprar algunos bienes de Estados Unidos", como gas natural licuado (GNL) o equipos de defensa.
El 'compre americano' en lugar del muro contra muro sobre los aranceles. Eso podría extenderse a que Trump retire su apoyo al esfuerzo bélico de Ucrania. Pero también, por parte europea, a las medidas unilaterales sobre la fiscalidad y la regulación de las Big Tech: "si otros países no respetan las normas, también tenemos un amplio abanico de medidas para reaccionar", afirma el Secretario de Estado alemán para Asuntos Europeos y Económicos, Bernhard Kluttig.
Al exponer esta idea en una entrevista al Financial Times, Lagarde quizás subestima la determinación de un Trump 2.0 que ha definido a Europa, con su superávit comercial, como una "pequeña China".
Pero está claro que la ex número uno del Fondo Monetario Internacional es muy consciente de las repercusiones que Trump podría provocar si realmente pusiera en práctica su programa electoral. La crisis vista hasta ahora, causada primero por el Covid y luego por el shock energético y geopolítico con el regreso a muros y barreras, es sólo una muestra de lo que significaría una verdadera "desglobalización" para una economía abierta al comercio como la europea.
Hay indicadores de ello todos los días, empezando por Alemania, que está a un paso de la recesión. Hoy nuevos signos hablan de perspectivas negativas para la economía italiana: el crecimiento del PIB se detendrá en el tercer trimestre de 2024.
En noviembre, según Istat (Instituto de Estadísticas italiano), el clima de confianza entre consumidores y empresas empeora con los índices cayendo de 97,4 a 96,6 y de 93,4 a 93,1 respectivamente.
Confindustria señala "un claro empeoramiento de las expectativas entre las grandes empresas industriales asociadas", ya que casi la mitad de las empresas entrevistadas (46,9%) predicen una contracción moderada o significativa de la producción industrial con respecto al mes anterior. La producción industrial italiana registra recesión desde febrero de 2023.
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