Apenas iniciadas las investigaciones, en las salas de la OTAN ya resuena la alarma sobre el presunto sabotaje de un cable eléctrico y de los cuatro cables de fibra óptica que conectan Finlandia con Estonia por parte del petrolero Eagle S que zarpó de San Petersburgo: la presencia de los aliados en el Mar Báltico será reforzada. Y la tensión sigue siendo alta también por el otro misterio navideño, el del vuelo J2-8243 de Azerbaiyan Airlines que se estrelló en Kazajistán, mientras la propia compañía azerbaiyana habla de "causas externas físicas y técnicas de interferencia".
Eslovaquia, la única que ha roto moldes en Europa, confirmó su voluntad de ofrecerse como sede de conversaciones de paz sobre Ucrania. Una asistencia diplomática que lleva la firma del primer ministro Robert Fico tras su misión sorpresa a Moscú, destinada sin embargo a caer en oídos sordos ante los ojos de la administración Biden que, calificando de infundadas las posibles propuestas de apertura de Moscú para el fin del del conflicto, más bien se comprometió a aprobar otro paquete de ayuda para Kiev antes del cambio de guardia en la Casa Blanca.
La tesis sobre la falta de fiabilidad del zar está respaldada además por el análisis del Instituto Americano para el Estudio de la Guerra (ISW), según el cual Putin no tiene ninguna intención real de negociar: el mandatario ruso, conforme los analistas del think tank, habría rechazado también el plan propuesto por el equipo del presidente electo Donald Trump, que sugería retrasar 10 o 20 años la membresía de Ucrania en la OTAN, insistiendo en cambio en las exigencias de Kiev de neutralidad permanente, prohibición de entrada en la Alianza, severos límites a su ejército e incluso la destitución del gobierno.
La supuesta acción de Moscú para dañar el cable eléctrico submarino Estlink 2 en el Báltico no contribuye a reducir las tensiones. Las tres Repúblicas bálticas están en alerta, comprometidas a invocar el escudo de la OTAN para protegerse. Y tanto es así que el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, definió explícitamente el episodio como un "presunto sabotaje" y garantizó el refuerzo de la presencia militar en las aguas de la región, durante una llamada telefónica de solidaridad con el presidente finlandés, Alexander Stubb. .
El gobierno estonio, por su parte, reaccionó con firmeza al anunciar el envío inmediato de patrullas de mar para proteger la unión eléctrica con Finlandia y garantizar que permanezca operativo, aunque su reparación podría conllevar unos siete meses.
Cada provocación directa de Moscú, tronó Tallín por boca de los ministros de Defensa y de Exteriores, Hanno Pevkur y Margus Tsahkna, será combatida "incluso con medios militares".
Una advertencia a la que se agrega también la UE al asegurar, en palabras del presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, de está lista para "confrontar a la flota rusa en la sombra".
El arma más al alcance de los europeos parece ser nuevas sanciones, después de las impuestas el 16 de diciembre pasado a 79 buques al servicio de Moscú. El consenso de Eslovaquia y Hungría lo permite: la expiración -prevista para el 31 de diciembre- del contrato entre Moscú y Kiev sobre el tránsito del gas ruso hacia Europa podría llevar a Bratislava y Budapest a un nuevo enfrentamiento con Bruselas.
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