"Hago un llamamiento a los gobiernos y a la comunidad internacional para que podamos llegar a la celebración de Navidad con un cese del fuego en todos los frentes de guerra", afirmó el Pontífice en el Angelus de la Inmaculada Concepción.
"Seguimos rezando por la paz, en la atormentada Ucrania, en Medio Oriente -Palestina, Israel, Líbano, ahora Siria-, en Myanmar, Sudán y en todas partes donde sufrimos la guerra y la violencia", reiteró en su exhortación a los fieles.
En la homilía de la misa en San Pedro con los nuevos cardenales nombrados en el Consistorio del sábado por la tarde, Francisco también preguntó: "¿De qué sirven los altos niveles de crecimiento financiero de los países privilegiados si luego medio mundo muere de hambre y de guerra, ¿Y los demás se quedan quietos y miran con indiferencia?".
Y sobre el misterio de la Inmaculada Concepción, subrayó "intempestivamente": "Dios eligió a María, mujer, como compañera de su plan de salvación. No hay salvación sin la mujer, porque la Iglesia es mujer".
En el Angelus, el Papa, además de la petición de un alto el fuego generalizado para Navidad, se declaró "cercano" -tras haber recibido el sábado por la mañana a una delegación en el Vaticano- "a los trabajadores de Siena, Fabriano y Ascoli Piceno" del conflicto de Beko, "que defienden solidariamente el derecho al trabajo, que es un derecho a la dignidad. Que no se les quite el trabajo, por razones económicas o financieras".
También expresó cercanía "a los nicaragUenses", y espera que "se busque siempre el camino del diálogo respetuoso y constructivo para promover la paz, la fraternidad y la concordia en el país".
Reza "por los detenidos que están en el corredor de la muerte en Estados Unidos. Creo que son 13 o 15", y "que se les conmute la pena, se les cambie. Pensemos en estos hermanos y hermanas nuestros y pidamos al Señor la gracia de salvarlos de la muerte".
Pero el "plato fuerte" de la jornada, como es tradición cada 8 de diciembre, es el homenaje y acto de veneración a la Estatua de la Inmaculada Concepción en la Plaza de España, donde la procesión del Papa llegó con algunos contratiempos y un poco de alboroto debido a la manifestación de cuatro manifestantes anti-corrida.
La oración del Pontífice este año está dedicada en gran parte al próximo Jubileo y al estado de la ciudad.
"Roma se prepara para un nuevo Jubileo", dijo Francisco en su invocación, "que será un mensaje de esperanza para la humanidad probada por las crisis y las guerras".
Por eso "en la ciudad por todas partes hay obras: esto -lo saben- causa no pocas molestias, pero es un signo de que Roma está viva, de que Roma se renueva, de que Roma trata de adaptarse a las necesidades, de ser más acogedora y más funcional"- Los que escucharon las palabras del Pontífice a los pies de la columna, además del Cardenal Vicario Baldassare Reina, fueron también el Alcalde Roberto Gualtieri y el Presidente de la Región, Francesco Rocca.
"Pero la mirada de tu Madre ve más allá -continuó la oración a la Virgen-, y me parece oír tu voz que nos dice sabiamente: 'Hijos míos, estas obras están bien, pero cuidado: ¡no olvidéis las obras del alma! El verdadero Jubileo está dentro: dentro, dentro de vuestros corazones -decís-, dentro de las relaciones familiares y sociales. Es dentro donde debemos trabajar para preparar el camino al Señor que viene'".
"Corremos el riesgo de quedar totalmente atrapados en la organización, en las cosas que hay que hacer", advirtió Francisco, "y entonces la gracia del Año Santo, que es un tiempo de renacimiento espiritual, que es un tiempo de perdón y de liberación social, esta gracia jubilar puede no llegar bien, puede quedar un poco sofocada".
Y añadió: "Pero aquí el alcalde prepara todas las cosas para que en esta conmemoración, en este Año Santo, salgan bien.
Recemos por el alcalde que tiene tanto trabajo".
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