En su discurso a la Curia Romana por el saludo de navidad, el papa Francisco imploró hoy que "bendigan y no maldigan nunca", y, en ese sentido, enfatizó la necesidad de que "digan lo bueno y no digan lo malo" de los demás.
"Pensé" en proponer la cuestión de "hablar bien de los demás y no hablar mal de los demás. Es algo que nos concierne a todos, también al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los laicos, y en relación con lo cual estamos todos iguales porque afecta a nuestra humanidad".
"Esta actitud de hablar bien y no hablar mal es expresión de humildad y la humildad es el rasgo esencial de la Encarnación", insistió Francisco.
"La habladuría es un mal que destruye la vida social" y "no conduce a nada".
"Dios no nos maldijo sino que nos bendijo. En Dios no hay maldición sino siempre y sólo bendición".
"Si nuestro corazón está inmerso en esta bendición entonces somos capaces de bendecir a todos, incluso a aquellos que nos resultan desagradables, incluso a aquellos que nos han tratado mal, debemos bendecir", reiteró para concluir el argentino Jorge Mario Bergoglio.
En su mensaje, asimismo, enfatizó el hecho de que "acusarse a sí mismo es un medio, pero es indispensable: es la actitud básica en la que puede arraigarse la opción fundamental de decir 'no' al individualismo y 'sí' al espíritu comunitario, al espíritu eclesial".
"De hecho, quienes practicando la virtud de acusarse a sí mismo -subrayó el Papa- y practicándola constantemente, se liberan de las sospechas y de la desconfianza y dejan espacio a la acción de Dios, el único que crea la unión de corazones".
"El trabajo de oficina, aquí en la Curia, es a menudo árido y a la larga se reseca si no se recargan con experiencias pastorales, con momentos de encuentro y de relaciones de amistad", advirtió el Pontífice.
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