Antonio Tajani, anfitrión en la reunión de Calabraia, trazó un balance "exitoso" de los dos días de trabajos porque está en línea con las expectativas de una economía que depende en gran medida de las exportaciones.
La ministerial calabresa fue una reunión abierta al exterior, en la convicción de que el club de los países más ricos no debe "cerrarse en una torre de marfil", sino por el contrario abrirse a la confrontación con economías siempre más dinámicas. Y es el caso, por ejemplo, de la India, Turquía, Brasil, Vietnam, algunos de los invitados por el titular de la Farnesina.
Además, en una fase de turbulencias geopolíticas como la guerra en Ucrania o la tensión en el Mar Rojo, el comercio "abierto" es, según Roma, uno de los antídotos para "hacer frente a las crisis".
Para consolidar y relanzar el comercio global, el G7 concuerda con la necesidad de modernizar la Organización Mundial de Comercio (WTO, sigla en inglés), que después de 30 años de su institución muestra ser un regulador con mecanismos "un poco obsoletos", explicó Tajani.
En esta clave, los 7 relanzan una "reforma de las funciones de seguimiento, deliberación, negociación y resolución de conflictos". Ciertas reglas para la fluidez de los comercios, que deben tener como condición la definición de un perímetro de juego, un campo de juego nivelado. Desde este punto de vista, la atención de las principales economías se centra, principalmente, en la competencia, a menudo desleal, de China, con su exceso de capacidad de producción.
En la declaración final en Villa San Giovanni hay, como era de esperar, un pasaje sobre el compromiso de "contrarrestar las subvenciones industriales generalizadas, opacas y nocivas, así como las prácticas que distorsionan el mercado".
Otro tema relacionado es el de la "seguridad económica", con la reconocida necesidad de garantizar "la construcción de cadenas de suministro resilientes y fiables". El desafío es abordar la dependencia de algunos bienes o materias primas únicamente de ciertos países, una situación que surgió durante la pandemia. También en lo que respecta a la seguridad económica, Italia se centra en la defensa de la "libertad de navegación", que encuentra espacio en el comunicado final. En todas las rutas, empezando por la de Suez, amenazada por los hutíes.
El G7 de Calabria confirmó que está "en contra de los impuestos, a menos que sean indispensables para garantizar la reciprocidad", y en este frente, un comercio más abierto, aunque regulado para evitar la competencia desleal, es "vital" para un país como Italia, que sigue aumentando el volumen de sus exportaciones, hasta el punto de que ha conseguido convertirse en el quinto país a nivel mundial, superando a Corea del Sur.
Entre sus activos diplomáticos, la Farnesina cuenta con el apoyo a la proyección exterior de empresas italianas en mercados menos transitados como el Indo-Pacífico, mientras que el Ministro de Asuntos Exteriores aseguró que seguirá "conectando el italian sounding (fenómeno de marketing de imágenes y sonidos)", protegiendo así la calidad del auténtico Made in Italy.
Asimismo se inauguró otro formato en Calabria, puntualizó el viceprimer ministro: "Por primera vez hemos discutido directamente con el B7" (la comunidad empresarial del G7), porque "la cooperación público-privada es fundamental en un sector tan importante".
La cita en Villa San Giovanni y Reggio sirvió para confirmar la "nueva atención del gobierno hacia el sur". El puerto de Gioia Tauro, visitado por los ministros del G7, fue presentado como un ejemplo de excelencia en logística, un centro comercial para Europa y el resto del mundo.
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