A diez días de las elecciones legislativas anticipadas, queridas por Emmanuel Macron después de la derrota de su partido en las elecciones europeas, el jefe de Estado ganó su primer test: la macroniana: Yaël Braun-Pivet, presidenta saliente de la Asamblea Nacioal, fue reelecta en el tercer intento con 220 votos, frente al candidato del Nuevo Frente Popular, André Chassaigne, (207 voti) y el candidato de Rassemblement National, Sébastien Chenu (141 voti).
Una elección que anuló el resultado de la primera vuelta en la que el candidato de izquierda llevaba ventaja, y que fue posible tras la firma de un acuerdo entre los diputados de centroderecha a favor de Macron y los de la derecha conservadora. Y eso parece distanciar las posibilidades del Nuevo Frente Popular de llegar al poder en el gobierno a pesar de ser el grupo principal en la Cámara Baja francesa, pero sin una mayoría neta.
La "legalidad del escrutinio" fue enseguida puesta en discusión por LFI con Hadrien Clouet que subrayó como el número de ministros renunciantes que votaron es superior a la diferencia de votos.
Su rival de izquierda, Chassaigne, denunció "un voto robado" debido a "una alianza antinatural" entre los macronianos y la derecha. La valoración del candidato de RN, Chenu, es similar, hablando de "una victoria de la astucia" que no respeta la voluntad de los electores.
Pero para la presidenta reelegida, "los mensajes enviados durante las elecciones legislativas exigen nuevas soluciones y nuevos métodos: debemos llevarnos bien, cooperar, buscar compromisos". Un indicio que también alude al juego más difícil del gobierno.
Desde hace varios días circulan en el Palacio Borbón rumores sobre un acuerdo entre la derecha y el partido de Macron, con La Droite républicaine que habría negociado varios puestos clave en la Asamblea como precio de su apoyo.
"¡Seguimos con los mismos! ¡Qué desprecio por los votantes!", declara a X, Éric Ciotti, expresidente de los Républicains que trabajó con la extrema derecha de Le Pen y Bardella.
El día de la votación, varios cientos de personas se reunieron en la Place de la République a petición del sindicato CGT, con el objetivo declarado de "vigilar a la Asamblea Nacional" y exigir "respeto" por el resultado electoral.del 7 de julio. Detrás de la batalla por la presidencia de la antigua Cámara de Diputados, se juegan todos los futuros equilibrios políticos de la República.
El NFP, que ocupaba el primer puesto el domingo 7 de julio, por delante de los macronianos y del RN, pero sin una mayoría clara, hasta ahora no ha podido proponer un candidato a primer ministro compartido, dividiéndose entre los Insoumis y los socialistas. Olivier Faure pidió hoy a los aliados que convoquen una votación entre dos personalidades: Huguette Bello, presidenta de La Reunión a la que se oponen los socialistas, y Laurence Tubiana, artífice del acuerdo climático de París, que no gusta a los Insoumis.
Entrevistada por la prensa internacional, esta última, de 73 años, se declaró dispuesta a gobernar como primera ministra, con la ambición de imponer medidas de izquierda y responder a la "emergencia social"..
Mientras el campo macroniano intenta, a su vez, componer una mayoría alternativa con la derecha, los exponentes de Rassemblement National denuncian un "atolladero" parlamentario y dicen confiar en que al final serán ellos quienes lleguen al poder.
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