"La Eucaristía recuerda ante todo la dimensión del don. Jesús toma el pan no para consumirlo él mismo, sino para partirlo y dárselo a los discípulos, revelando así su identidad y su misión". Lo dijo el Papa Francisco en el Ángelus de la solemnidad del Corpus Domini (Cuerpo del Señor).
"Él no reservó la vida para sí, sino que nos la dio; no consideró su ser de Dios como un tesoro celoso, sino que se despojó de su gloria para compartir nuestra humanidad y conducirnos a la vida eterna", subrayó.
Según el Pontífice, "Jesús dio el don de toda su vida".
"Entendemos entonces -prosiguió- que celebrar la Eucaristía y comer este Pan, como lo hacemos especialmente los domingos, no es un acto de culto desligado de la vida ni un simple momento de consuelo personal; debemos recordar siempre que Jesús, tomando el pan, lo partió y se lo dio y, por tanto, la comunión con Él nos hace capaces de convertirnos en pan partido para los demás, de compartir lo que somos y lo que tenemos".
"Esto es lo que estamos llamados a hacer: convertirnos en lo que comemos, en ser 'eucarísticos', es decir, personas que ya no viven para sí mismas (cf. Rm 14, 7), en la lógica de la posesión.y el consumo, pero que saben hacer de su vida un regalo para los demás", insistió el Papa.
"Así, gracias a la Eucaristía, nos convertimos en profetas y constructores de un mundo nuevo: cuando superamos el egoísmo y nos abrimos al amor, cuando cultivamos vínculos de fraternidad, cuando participamos de los sufrimientos de nuestros hermanos y compartimos pan y recursos con los necesitados, cuando ponemos nuestros talentos a disposición de todos, entonces partimos el pan de nuestra vida como Jesús", añadió Francisco.
"Preguntémonos, entonces -concluyó, antes de presentar la oración mariana-: guardo mi vida solo para mí o la doy como Jesús? Me gasto en los demás o me encierro en mi pequeño yo? Y, en las situaciones cotidianas, sé compartir o busco siempre mi propio interés?".
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